Retrofuturismo: la vida que te esperaba


A principios del siglo XXI viviríamos hasta los 150 años, cambiaría nuestra forma de respirar, se criarían pollos gigantes para alimentar al mundo y lunas artificiales nos iluminarían de noche. Del modo más peregrino han caído en mis manos visiones del futuro pasado, supuestos (no tan lejanos, francamente) de cómo iba a ser el mundo en el año 2000. Una pertenece a la revista preconstitucional Triunfo (1969) y otra es fruto del casposismo enciclopédico de Selecciones Reader's Digest (1980). Pese a fallos garrafales como los arriba descritos, otros vaticinios se han cumplido e invito a releerlos por lo deliciosamente retrofuturista del lenguaje: desde internete ("utilización práctica doméstica e industrial de transmisión videofilar, incluida, quizá, la posibilidad de extraer información de biblioteca o de otras fuentes, y recepción instantánea de correo"); dispositivos móviles ("diminutos receptores de bolsillo, calculadores individuales"); pasando por una frase que me encanta pero no acabo de entender, aunque interpreto que se refiere a la molicie imperante ("métodos físicos inofensivos para abandonarse excesivamente"), y cómo no la cirujía plástica ("técnicas simples para obtener cambios importantes y permanentes en el dominio del aspecto físico"), además de tendencias alimentarias ("leche de vaca poliinstaurada") e incluso nueva política ("élites burguesas, meritocráticas, democráticas -nacionalistas-"). Eso sí: del ladrillazo, ni pío.

Comentarios

  1. Es sencillamente genial, como ávida lectora de ciencia ficción, encontrarse con estas profecías maravillosas. Cuando encima se han cumplido, la sensación es aún más especial que descubrir un “momento teniente” o un billete en el bolsillo de un pantalón.

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